El vino, elixir de felicidad

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Desde aquellos primeros tragos de alegría y felicidad, que se resumían en nuestros labios mojados de vino. Algo que sucedía de vez en cuando, en aquellos Domingos a medio día, durante la comida en familia.

En casa, siempre se bebió vino, mis padres como muchas otras personas, bebían su copa de vino con cada comida. Y algunos días especiales, ante nuestra insistencia, nos convidaban a mojar los labios en sus copas. Mis hermanas y yo, quedábamos extasiados, ante ese reconocimiento por parte de nuestros padres.

Vino casero

Luego, algunos años después, con el asesoramiento de algunos amigos, mi padre comenzó a hacer vino en casa. Y toda la familia participaba en la tarea, para mi viejo,  su vino, era el mejor de los elixires.

A medida que pasaron los años, por más empeño que mi viejo ponía, esos caldos que preparábamos, no eran buenos. Solamente cosechamos buen vino, en un par de ocasiones. 

Siempre fui sincero con él, le decía que no teníamos los equipos adecuados para hacer buen vino. De hecho, dejé de beber el vino casero y de algún modo, creo que lo ofendí. 

La felicidad de investigar

Durante mucho tiempo, fui agotando mis argumentos, con números de por medio, era imposible convencerle. En aquel momento comenzaban a aparecer en el mercado algunos vinos de buena calidad. 

Por más que él, finalmente reconoció mis argumentos, daba de sobra para adquirir el mejor de los vinos del mercado. 

Igualmente continuó haciendo su vino hasta el final y todos seguimos colaborando con él. 

De algún modo, era su descarga a tierra. Todos los años incorporaba alguna técnica nueva. Esas, que discutía con sus amigos aficionados a la producción de vinos caseros.

Compartir ilusión

El vino tiene esas cosas, al compartir una copa, nos damos cuenta de la importancia que tiene en nuestras vidas. Desde aquellos recuerdos familiares, hasta los gratos momentos brindando con amigos. 

Todo, gracias a ese maravilloso elixir, fruto del esfuerzo, del trabajo duro, del buen hacer, de la tradición, de la perseverancia y la paciencia.

Beber un buen vino con moderación, tiene esos resultados, lo recomiendo y lo aconsejo. 

Yo, sigo siendo un aficionado al buen vino, afortunadamente mi esposa también. Nos gusta salir de vinos los fines de semana, visitar bodegas y todo ese mundo.

Y, si luego tienen que desplazarse, busquen a alguien que no haya bebido nada. Regresar a casa, habiendo disfrutado de todos esos gratos momentos, es lo mejor.

Salud!!!!!! Felicidad!!!!!!!!