Impuestos, responsabilidad social y felicidad

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Impuestos, responsabilidad social y felicidad. Todo un tema y además, de moda. Por estos días, viene causando gran revuelo y resulta comprensible. El cambio de domicilio fiscal de algunos personajes mediáticos. Paraísos fiscales, ambición desmedida, codicia, avaricia, corrupción, han formado parte importante de las tertulias. Hasta aquí, ninguna novedad, solo y afortunadamente, un enfrentamiento directo entre responsables de los distintos bandos. 

Es un tema que históricamente tiene sus raíces muy atrás en el tiempo. Con la aparición de los paraísos fiscales. Hasta nuestros días, los escándalos se suceden, elusión y evasión de impuestos, los recientes papeles de Panama, en fin. Cosas que vienen sucediendo a lo largo de los años y que parece ser, recién ahora nos enteramos y nos escandaliza. 

Periodistas, medios de comunicación, gobiernos y organizaciones internacionales. Todos, dan la impresión de ignorar la existencia de esos juegos fiscales a nivel mundial. Si bien, las naciones unidas y los países desarrollados, han confeccionado una lista negra desde hace años. En la cual se incluyen países denominados paraísos, que facilitan los manejos fiscales y el blanqueo de dinero corrupto. 

Lo cierto, es que todos esos gobiernos censores y las naciones unidas, no van mas allá de una declaración de intenciones. Todo queda en una lista negra, con algunas sanciones irrelevantes. Y de ahí, la opinión general, que no existe un interés real por eliminar paraísos fiscales. Ni de cambiar, reformular, mejorar y unificar los sistemas tributarios en general. 

Las administraciones públicas, los servicios imprescindibles, mas todo el aparato burocrático opaco. Y los gobernantes de turno, exigen una carga impositiva cada vez mayor. Y eso, exige  una mayor seguridad, responsabilidad y simplicidad fiscal, entre otras cosas. Es necesario que todo lo público, funcione adecuadamente, sea transparente y justificable desde todo punto de vista . Concentrando  esfuerzos, en materia de salud, educación, justicia, ciencia, seguridad y obras públicas imprescindibles para todos. 

El problema de la corrupción en general y sus componentes, evasión y elusión de impuestos, radica entre otras cosas en el ejemplo. Lo que aprendemos en casa, en la calle, en los centros de enseñanza. Y especialmente el modo en el que los gobernantes de turno aplican e invierten la recaudación. 

Que en muchos casos, en lugar de ser devueltas en servicios de calidad, son dilapidados en sus propios intereses personales. Y todo, con sistemas impositivos poco claros, complejos, que confunden en lugar de aclarar. Con inversiones que no tienen un objetivo de bien público justificable. 

El deterioro de los valores fundamentales. Las carencias educativas generales, los pésimos ejemplos provenientes de todos los niveles sociales. La falta de medidas concretas para eliminar de verdad la corrupción y los paraísos fiscales. Hacen que la situación sea insostenible y que se deteriore la credibilidad de quienes deben regir nuestros destinos. Y por ende, se generan éste tipo de situaciones, que a nadie le conviene.

Algunos, los pesimistas y aquellos que no tienen interés, dirán, que es utópico pensar en cambiar algo. En mi opinión, es posible hacer muchas cosas, pequeños cambios de concepto, aplicar sentido común y valores fundamentales. Hacer que las cosas sean mas fluidas y transparentes. Simplificar, hacer que todo sea fácil y comprensible por cualquier contribuyente. 

Pienso, que es factible reducir gastos superfluos y duplicidades. Algo, que resulta muy claro a quienes por distintos motivos queremos hacer algo y chocamos con la burocracia. En especial los emprendedores y personas con iniciativa. 

Que cunda el buen ejemplo, desde quienes gobiernan y dirigen las administraciones publicas. El poder ejecutivo, legislativo, judicial, en fin, todos los estamentos del estado.Tienen un gran desafío, conmover el status quo. Y administrar correctamente impuestos, responsabilidad social y felicidad.

La democracia, la política, son esenciales, el fundamento de nuestra sociedad. Todos quienes de una forma u otra ejercemos en ella, debemos sentirnos bien pagos, con el honor de servir a la patria. Pero los excesos no deben tolerarse y nadie tiene derecho a malgastar mientras exista gente con carencias básicas. Estos son algunos de los caminos a transitar. Se podrían enumerar muchos más, pero de momento me conformo.

Es necesario que se le devuelva la dignidad a la política y a la administración pública. Eso está en manos de quienes la están ejerciendo y hasta ahora la han pisoteado. Deben recapacitar, volver a pensar su tarea. Se trata de facilitarle la vida a la gente, esas personas que están dispuestas a pagar impuestos justos para que todo funcione. Ese pueblo que solo pide comprensión y dedicación a sus gobernantes. Ese colectivo social que busca la felicidad y el bienestar como principal objetivo. 

Parecen cosas dictadas por el sentido común y que sin embargo, a nadie parece importar.