Siempre las dicotomías

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Siempre las dicotomías, ricos y pobres, derecha e izquierda, buenos y malos, orden y caos, en fin. Como si fuera imprescindible, decidirnos por unos u otros de forma inmediata, sin considerar otras alternativas plausibles. Nos dejamos engatusar por conceptos y discursos teóricos que dividen y nos alejan del sentir personal. 

En lo cotidiano, las cosas se mueven de un modo que va cambiando en función de vaivenes ajenos a nuestra voluntad y a los teóricos de turno. No siempre las dicotomías marcan el ritmo.

Y no se trata, que sea imposible hacer lo que se nos ocurra, en realidad, nos ponemos límites fruto de todas aquellas teorías supuestamente incuestionables. Discursos mal intencionados, que pretenden anular nuestra iniciativa y empuje.

confianza y actos de fe, invariable duplicidad

El mundo funciona en base a la confianza, a distintos actos de fe, a acuerdos ancestrales que seguimos manteniendo por comodidad. Por ejemplo, el concepto dinero, una invención basada en un viejo acuerdo heredado. Un acto de fe, que va mucho más allá de las creencias religiosas, que tienen sus diferencias en distintas materias. Sin embargo, al momento de los diezmos y las transacciones comerciales, no existen diferencias. Todas aceptan el dinero como elemento indispensable.

En cuanto a la dualidad ricos y pobres, hay mucha información por ahí, muchos supuestos respecto a la riqueza mundial. Existen variadas teorías, unas, las que se enfocan en que unos son malos y los otros buenos. También, que unos roban a los otros, o que unos mantienen a los otros, en fin, podría seguir así unos cuantos renglones. Lo cierto, es que hay algo de razón en todos esos enunciados. Y, ni unos son tan malos y poderosos, ni los otros tan buenos y frágiles. Una y otra vez, de un modo u otro, siempre las dicotomías presentes.

A raíz de la actual pandemia, se viene creando un movimiento alrededor de lo económico, que nos hace ver algo que ya existía. Algo que no podíamos ver por diferentes motivos, el principal, nuestra selectividad a la hora de considerar situaciones que nos involucran de alguna forma. 

la economía está cayendo

Hoy, la economía está cayendo en valores similares a los que podría crear una guerra mundial, pero sin tirar bombas y sin destruir nada. Solo, estimulando el miedo a lo que significa una amenaza a la salud pública real, como la que estamos sufriendo. De todos modos, las grandes empresas del mundo, siguen su rumbo y algunas de ellas logran cifras de negocio récord. Así, surgen toda una serie de cifras, relacionadas con el incremento de esos negocios y los dividendos que generan. 

Sin cuestionar esos números, que de verdad asustan. Son cifras que cuesta imaginar a quienes nos movemos al día. Fruto de la globalización y como consecuencia de la buena gestión de esas empresas. Las rentas, los dividendos, deben ser eso, consecuencia de esa correcta gestión. De un sano liderazgo, del duro y honesto trabajo de todos quienes colaboran en la empresa, directores y quienes colaboran en el día a día. Todos ellos son responsables de esa rentabilidad y por tanto merecedores de una remuneración digna.

Una de esas cifras, entre la maraña de información, es el dinero que hay depositado en los paraísos fiscales. Un número en verdad escandaloso, algo cercano a los 10 billones de dólares. Y quiero detenerme un poco. Es evidente que se trata de dinero fruto de la corrupción, la evasión y elusión de impuestos. Son depósitos que en su mayoría, no han pagado los impuestos correspondientes donde fueron generados. 

lavado de dinero

Y, cuál es el motivo que lleva a alguien a evitar el pago de impuestos?, supongo que habrá muchas opiniones. Claramente se trata de dinero mal habido, fruto de algún delito y no existe excusa alguna. De todos modos, poniéndome en abogado del diablo, supongo que muchas de las familias, que ostentan la titularidad de esos depósitos. Asumen y se arrogan el destino de sus impuestos, consideran que no son bien aplicados por parte de las autoridades de turno. De algún modo juzgan (con cierto grado de razón) que los gobiernos son ineficientes a la hora de distribuirlos. Y también que una buena parte termina en actividades que rayan con la corrupción gubernamental. Ante la facilidad de esconderlos en paraísos fiscales, optan por no aportarlos.

Pero, por otra parte, esos paraísos fiscales existen gracias a la permisividad histórica de todos los países. En especial los que luego ponen el grito en el cielo por su existencia y por el lavado de dinero. Esos mismos, que mueven la economía mundial, son los sitios donde resulta más fácil el proceso de lavado. Algo que la banca internacional y las bolsas de valores conocen muy bien.

Lo cual no es una excusa, para culpar de todos los males a los bancos, las bolsas y las empresas globales. Quién democráticamente vota a sus representantes para gobernar y administrar sus aportes y sus bienes, es el pueblo, la sociedad en su conjunto. Y aquí tenemos una cuota parte de responsabilidad.

Volviendo a la cifra escandalosa, 10 billones de dólares, es mucho y si consideramos que al menos un 20% de eso debería ir a las arcas de los estados. Hablamos de una inyección de 2 billones de dólares para solventar todos los sinsabores que la pandemia nos ha traído. Y todo esto, sin entrar a considerar lo que significa la economía sumergida en los distintos países. Algo que sucede en todos, una corrupción sistemática en la que los ciudadanos nos vemos involucrados. Y se trata de una cifra realmente importante, es algo que no tenemos en cuenta, pero es también escandalosa. Aquí tenemos una gran cuota de responsabilidad y eliminarlo, significaría una disminución de impuestos considerable.

un mejor reparto de esa riqueza

Si sumamos todo, con las siderales cifras de rentabilidad de las mayores empresas mundiales y sin entrar en otra dicotomía clásica. Sería posible un mejor reparto de esa riqueza, con un solo movimiento, sin mas. Incrementando  los salarios de esas tres mil millones de familias que en el mundo perciben menos del 50% de la riqueza mundial. 

Ese aumento significativo en el salario de toda esa gente, en verdad no significaría un gran sacrificio de rentabilidad para esas compañías. Por el contrario, se estaría incrementando la capacidad de consumo de todas esas familias. Y así, ese incremento volvería de algún modo a crear más dividendos. Esa población mundial pobre, es seguramente la que tiene mas avidez por cubrir sus necesidades básicas en todos los niveles. Si, ya lo sé, la inflación y la escasez, siempre las dicotomías. No me parecen suficiente excusa para descartar la propuesta.

paraísos fiscales y corrupción una continua dualidad

Por otra parte, si tenemos en cuenta que resolviendo el tema paraísos fiscales y corrupción a todos los niveles, lograríamos disminuir la carga impositiva. Los gobernantes de todos los países plantean disminuir impuestos y reclaman combatir esos flagelos. Sin embargo, no es posible hacerlo. En resumen, donde está el problema, la voluntad política a nivel internacional existe. Y aplicando el sentido común, sería algo totalmente factible y en éstos tiempos muy fácil de hacer.

Una acción creativa, audaz y valiente de elevar los ingresos salariales de ese grupo de menores recursos,  redundaría en una gran mejora de la economía mundial. Y si se le suman acciones para controlar paraísos fiscales, evasión, elusión y corrupción, sería el súmmum. 

Pero algo mucho más importante todavía, ayudaría en la génesis de un ámbito más sano, un ambiente propicio para vivir todos mejor. Un clima donde generar alegría, ilusión, buena onda, optimismo, solidaridad, felicidad, amor y esperanza, sea factible. 

Sin excusas!!!