Elegir el camino

Rate this post

Elegir el camino, valorar propuestas. La parafernalia electoral, nos envuelve a todos. Se escuchan y leen opiniones de unos y otros. Las tertulias mediáticas, las de alamedas y bares, que se desgarran a diestra y siniestra. Por una parte, destacan los logros obtenidos en una gestión. Y aquellos socios eventuales que hoy tienen su propia propuesta, despotrican sobre todo y sobre todos. Los opositores, claramente resaltan los errores y lacras de esa asociación política gobernante.

En fin, las tediosas historias de siempre, aspirantes a gobernar o a seguir gobernando, que además de comunicar lo bueno o malo realizado, se postulan como salvadores.

Y, claramente, proponen que el pueblo les otorgue la confianza de forma contundente. Todos pretenden obtener una mayoría incontrastable. Para ello, nos ofrecen discursos muy preparados para apelar a nuestra fibra íntima, a las emociones y a esa parte de nosotros que tiene su color.

Lo primero es el bolsillo

Estamos en un mundo, donde lo primero es el bolsillo, el bienestar particular. Y a poco que nos toquen la billetera, saltamos todos sin excepción. Y ahí se terminan las consignas políticas, los colores y cualquier ideología. Por ello, algunos nos van a tentar con ofertas en apariencia imposibles de rechazar. Especialmente aquellos políticos oportunistas, desesperadamente ansiosos por lograr un escaño que les permita pagar la hipoteca y los vicios.

Por otra parte, en cualquier momento nos van a llenar los buzones de folletos y logradas fotografías. De eslóganes y versos varios bien redactados, que no dicen nada sustancial o de valor para quienes sobrevivimos a las consecuencias de olvidadas promesas. Palabras vacías que se lleva el viento.

Un documento

Hasta el momento, no he visto ninguna carta o documento, en el cual enviaran un plan de acción concreto. Una lista con cuatro o cinco líneas de trabajo, con propuestas claras y bien fundamentadas. Sin olvidar, la firma del documento por el postulante que aspire seriamente a presidir el gobierno. Seguro que no lo veré.

De todos modos, siempre que el ocasional ganador asume la gestión de gobierno, llegado el momento de cumplir sus promesas electorales, se olvida. Le sobreviene ese estrés postraumático, esa amnesia que luego justifican alegremente y sin remordimientos. Por aquello de cambiar de opinión es de seres inteligentes y pragmáticos. Es claro y todos entendemos que nadie es capaz de hacer aquello que prometió. Entre otros motivos, por el simple hecho de que trabajan para toda la ciudadanía. No para sus exclusivos votantes.

Quien gobierna, debe tener claro que no lo hace para el exclusivo grupo que le votó. Es una gestión que abarca a todo el espectro de ciudadanos, sin importar su color político, ni su situación social o económica. Y en éste contexto, alguien que asume el desafío de gestionar los bienes públicos y nuestro bienestar actual y futuro, debe saber a lo que se enfrenta. Nosotros a valorar propuestas y elegir el camino.

Asumir su rol

De hecho, ninguno de los aspirantes ignora tal situación y por tanto, sin ninguna duda, son responsables de lo que dicen y hacen. Y en un santo marco de alternancia en el poder, acordar algunas líneas de acción común, garantizan una senda de progreso y bienestar para todos.

Asumir su rol, reformular su propuesta en función de los acuerdos y hacerse cargo del plan de acción concreto para la legislatura y mas allá. Es responsabilidad del gobernante, pero también de una oposición seria, constructiva, creativa y fiscalizadora de la concreción de esos acuerdos. Ni a unos, ni a otros, les caben excusas.